El Cachito moribundo
Hace un rato vengo cachando que, sin darme cuenta, he ido cambiando
mi calendario solar por uno lunar. Así me la paso, viendo pasar el tiempo contando
esferas luminosas en el cielo.
Ahora a mi gato se le ocurre marcharse en una hermosa noche
en que un gran farol cuelga desde lo alto de la gran bóveda. Supongo que quería
transitar por un camino claro.
Las imágenes románticas andan en leva, y yo, parezco un
perro vagabundo con el olfato encantado por los rebosantes aromas mientras
camino con una pala y un chuzo por los bosquecitos de Isla Negra iluminados por
la luna llena; los húmedos y silenciosos tejados también dialogan con el brillo
azul nocturno. Es el momento en que las pulgas comienzan a abandonar el barco.
El “Cacho Benito”, como a veces le llamaba, probablemente sólo
vino a despistar a la muerte un rato de estos lares, quién sabe. Como sea,
gracias por la compañía y buen viaje compañero.